Así tituló Félix Varela la colaboración que publicó El Noroeste, el 6 de febrero de 1931, y que os dejamos aquí para que os hagáis una idea de la situación económica de las clases más humildes en esa época. Una vez más, encontramos un texto que, salvando las distancias propias de la retórica del momento, nos parece de sorprendente actualidad.
«En Pravia la situación de la clase trabajadora es difícil hasta la exageración: se puede calcular que el 60 por 100 de los habitantes de Pravia somos trabajadores. Los pocos trabajos que hay están en manos de destajistas o contratistas, y éstos debido a la excesiva abundancia de trabajadores, se sirven de éstos como se sirve un ventrílocuo de sus muñecos, para representar cualquier comedia; así es… la fuerza descarada de estos explotadores de la clase trabajadora y estos parias del trabajo acosados por las necesidades de sus hogares sufren toda clase de vejaciones a que los quieren someter esa clase de… legalizados y protegidos por las autoridades.
Creo que podemos sacar una aproximación de la situación económica de la clase humilde de esta villa.
Jornal medio de todos los trabajadores, 5 pesetas; días de trabajo al mes, veinte. total, 100 pesetas al mes. Termino medio de consumidores, cinco personas.
Gastos: renta de casa, 2 pesetas; luz, 3 pesetas; jabón, 3 pesetas; carbón, 7 pesetas; total, 38 pesetas; quedan 82 pesetas. Les corresponde para comer, 0.40 diarias a cada una de las cinco personas.
¿Qué pueden comer? ¿Con qué se visten? ¡Triste situación la de estos hogares!… Y esto no lo ven las autoridades. Para tales patronos no existe censura para sus actos, no se inventó el lápiz rojo para sus libretas, a estos no se les acosa ni se les prohíbe, como a los trabajadores, que son los que sufren, y los que producen todo cuanto necesitan para vivir toda esa plaga de parásitos que les esquilma.
Si estos contratistas no proceden en adelante con más benignidad con sus obreros nos veremos obligados a publicar sus nombres para que todo el mundo sepa quiénes son los que tan descaradamente esquilman el jornal de la clase trabajadora, no sólo el jornal, sino que vulneran la jornada de trabajo reglamentándola ellos a su gusto. ¿Y esto por qué? Vaya pregunta. Por que estos obreros son corderos dispuestos siempre a servir de alfombra a los que les roban el pan de sus hijos, y por que la vergüenza, la conciencia y el humanitarismo de los contratistas brilla por su ausencia. ¿Que cómo se pueden libertar estos obreros de la irreductibilidad de las garras de sus opresores? Formando un bloque de resistencia, y demostrando como hombres que militan en la lucha de clases ese espíritu de rebeldía que deben tener ante todas la injusticias todas las clases oprimidas por los vampiros que constantemente están chupando y alimentándose del sudor que es la fuerza vital de los trabajadores. _ F.»