El Tratado hispano-uruguayo firmado el 30 de enero de 1933 autorizaba a la República de Uruguay a exportar a España ocho mil toneladas de carne congelada y cuatro mil toneladas de tasajo, carne seca, al año, lo que equivalía a unas sesenta mil reses. Como contrapartida, España podía exportar a Uruguay aceite y conservas, lo que favorecía a las regiones del este y el sur, productoras de vino y aceite. El gobierno de Azaña justifica la firma del Tratado para abaratar el precio de la carne y conseguir así que fuera más accesible para las clases populares. Los ganaderos, conscientes de ello, temían que una entrada masiva del producto desplomara los precios, hundiendo así el sector, por lo que proponían un aumento de la cabaña ganadera que produjera un descenso gradual del mismo.
La actividad ganadera era muy importante en todo el norte peninsular. En el caso de Pravia, queda patente al examinar estas cifras: entre 1930 y 1935 se sacrificaron 6.575 animales, más de setecientas setenta toneladas de carne, es decir, unas ciento treinta toneladas al año. Además, en estos momentos, era alcalde Heliodoro García Rodríguez, que había sido presidente de la Sociedad de Labradores La Unión en 1931, sensibilizado por ello con el tema. A la vista de todo esto, no extraña que los pravianos lideraran la oposición al Tratado como refleja el diario La Prensa, el 15 de julio de 1933, al dar cuenta de una reunión de la comisión de Pravia, «iniciadora del movimiento contra el tratado comercial con el Uruguay», con el vicepresidente de la Diputación. Según El Noroeste (19 de julio de 1933), «estuvo allí una comisión del Ayuntamiento de Pravia para decir que si la Diputación no se decidía a convocar a la Asamblea provincial, lo haría aquél municipio, ya que a él se debe la inciación de la idea en defensa de los intereses ganaderos de Asturias, altamente comprometidos con el Tratado que se pretende aprobar en beneficio de Uruguay».
Finalmente, se convocó la Asamblea en la Diputación, a la que asistieron la inmensa mayoría de los ayuntamientos asturianos, sindicatos y federaciones agrícolas, la Asociación de Terratenientes Asturianos, la Asociación Regional de Ganaderos y diputados de diferentes partidos. En la, seguro, animada reunión se acordó elevar una protesta a las Cortes, la adopción de medidas, sin especificar, en caso de no ser atendidas las demandas y recabar el apoyo de los diputados asturianos en Madrid.
Lo que pasó en la famosa asamblea lo leemos en El Sol de Pravia (30 de julio de 1933), en un artículo firmado por Fernando Moilie, de Muros del Nalón, titulado «Después de la Asamblea Ganadera o película sonora filmada en Oviedo»:
«(…)Barullo incongruente. Peroratas de fraseología politiquera con vistas al cajón del pan del que se tiene la llave. Pugilato zancadillesco impropio del recinto en que se desarrollaba, que es la verdadera, la genuina casa del pueblo astur, e impropio del trascendental problema que se debatía. «Por encima del interés de la región está el interés nacional». He aquí la bandera tremolada por el núcleo de asistentes enrolados en un partido que navega viento en popa y a toda vela en suntuosa motonave. «Por encima del interés de la región está el interés nacional». Teoría con la cual estuvimos siempre conformes absolutamente todos los nacidos aquende Pajares, y que estaríamos también ahora si se practicase con lealtad. Pero… ante el interés catalán se ha postergado cruelmente el de las demás regiones… (…) Nada se ha resuelto. Las conclusiones aprobadas las consideramos como cataplasmas cuya única virtud curativa utilizarán los cirujanos gobernantes para engañar por el momento al campesino. (…) Introducirán carne congelada, reses vivas, todo lo que quieran los señores tripulantes de la suntuosa motonave. Bajará el ganado hasta un precio trágico. Y el campesino continuará practicando su característico silencio. Una huelga provincial de bolsillos cerrados en las próximas cobranzas de la contribución, pudiera servir de provechosa enseñanza. Pero somos tímidos. Ratifique, pues, el Gobierno, el Tratado con Urugua y meta carne p’alante, qué caray.»
La Federación Agrícola Asturiana convocó una concentración de protesta contra el tratado, movilización a la que ya llamaba El Noroeste (21 de julio de 1933): «Asamblea y manifestación popular en Oviedo el lunes, pero no comedias, que de comedias está harto el pueblo». La manifestación, celebrada en agosto de 1933, fue un éxito; unos veinte mil labradores se concentraron en el Parque de San Francisco de Oviedo. Aunque no consiguió su propósito, el sector agropecuario regional mostró su capacidad de movilización.
La prensa nacional también dedicó bastantes páginas al asunto, aunque lo presenta como un conflicto entre andaluces y gallegos… ¿será por aquello de primos hermanos?