Antaño la pesca fluvial no solo era una actividad lúdica y deportiva como lo es hoy en día; los pescadores por afición (y no por necesidad o subsistencia) eran minoría en las vegas pravianas.
Asturias es una región de gran riqueza piscícola, aunque a comienzos del siglo XX, la sobreexplotación y la contaminación de los ríos habían diezmado la fauna fluvial, factores que explican que el salmón pasase de ser un alimento común en las mesas, a convertirse en un alimento al alcance de unos pocos. Los salmones y las truchas se convirtieron en productos de lujo, que se vendían o eran reservados para ocasiones especiales.
En los albores de los años treinta del siglo pasado se produce el paso definitivo en el camino de la aparición y consolidación de la pesca lúdico-deportiva. En esos años, la situación de nuestros ríos era desigual; el Nalón era el que menos actividad presentaba en su curso bajo, debido a la contaminación de sus aguas por los productos del carbón lavado aguas arriba en las comarcas mineras, algo que también le sucedía al Aranguín en su último tramo, pues existía un lavadero de carbón a la altura de Cañedo. Únicamente el Narcea presentaba una situación ecológica satisfactoria.
Los ríos del concejo siempre han sido generosos en peces; antaño se pescaban salmones, reos, angulas, truchas, lampreas, múgiles y esguines entre otras especies. Incluso en tiempos más lejanos se podía capturar el esturión o sollo real, pez que ya había desaparecido a comienzos del siglo XIX. En los documentos relativos a los derechos de pesca fluvial que el consistorio detentaba desde tiempos inmemoriales, el sollo real figuraba, junto al salmón, como una las especies de las cuales tenía los derechos de media pesca, llegando a ingresar, a comienzos del siglo XX, por los citados derechos unas 1.500 pesetas. Cuenta Bances, en sus Noticias históricas, que los vecinos del concejo tenían derecho a pescar libremente y durante todo el tiempo, todo género de peces entre las mestas del Narcea, en la confluencia de los ríos Nalón y Narcea, y la fuente de la Espilonga, en San Esteban de Pravia, excepto en el caso de los salmones que, desde principios de año hasta San Juan, la mitad de los mismos (o su equivalente monetario) iban a parar a las arcas municipales.
En 1928, un grupo de entusiastas cazadores y pescadores, entre los que se encuentran el presidente de La Unión, Heliodoro García Rodríguez, fundan en el seno de este sindicato, la sociedad de caza y pesca «El Nalón». La entidad trasciende los límites del concejo, ya que al poco de fundarse contaba con doscientos cincuenta socios, de los cuales unos cien no eran vecinos de Pravia. Junto a Heliodoro García Rodríguez, estaban Cayetano Busto, José Ramón Areces, Emilio F. Corugedo, Alonso Valle y Fernando M. Trelles. «El Nalón» era una organización de cazadores y pescadores—más pescadores que cazadores — con un profundo respeto por el entorno natural, como prueban sus estatutos. En el primer artículo se expresa la finalidad, que es la de “estimular a asociados y a las autoridades para el cumplimiento de las leyes de caza y pesca y la persecución de los infractores”. El mantenimiento de la diversidad biológica era otra de sus finalidades, proponiendo la repoblación de ríos y bosques con especies autóctonas y exóticas de fácil aclimatación.