
Revista «Asturias», 16 de mayo de 1915
El Diccionario de Madoz, a mediados del siglo XIX, nos dice que Corias es una feligresía (…) situada a la izquierda del río Narcea, en la falda y extremo oriental de la sierra de San Damías: combátenla todos los vientos: el clima es sano, pues no se experimentan otras enfermedades comunes que reumas y catarros. Tiene cuarenta y seis casas de mala fábrica, distribuidas en el lugar de su nombre y en los de Villanueva y Octiz. Para surtido de los vecinos hay algunos manantiales de buenas aguas. La iglesia parroquial, dedicada a San Cosme, de la cual es aneja la de Sandamías, (…) Le cruzan por la parte del sur el mencionado río Narcea, en el cual desaguan dos riachuelos poco considerables. El terreno es de buena calidad: comprende plantíos de castaños, algunos robles, árboles frutales y arbustos, y diferentes prados tanto de secano como de regadío. Además de los caminos locales, atraviesan por el término el que desde Pravia dirige a Cornellana y concejo de Miranda: el correo se recibe en Pravia. Producción: trigo, escanda, maíz, castañas, patatas, algún lino y otros frutos: se cría ganado vacuno, algún lanar y de cerda; hay caza de liebres, perdices y otras aves, y pesca de diferentes clases. Industria: la agrícola, dos molinos harineros y varios pisones para limpiar la escanda. Población: cincuenta y siete vecinos, doscientas diecisiete almas.
Por esas fechas, aunque Madoz no la menciona, sabemos, gracias al estudio de Juan Sevilla Álvarez (La industria láctea en Asturias, Museu del Pueblu d’Asturies, 2009), que Antonio Arias y su segunda esposa, Carmen Fernández, crearon en una cuadra anexa a su casa, en el barrio del Rebolledo, Mantequerías Arias. A finales del siglo XIX, Carmen Fernández propuso trasladar el negocio a un nuevo lugar en el mismo pueblo, construyéndose una verdadera fábrica, cuya estructura todavía es hoy observable desde la carretera que une Pravia y Cornellana. Esta nueva factoría concentraba las oficinas y almacén en la planta alta; las instalaciones de producción de manteca y sidra achampanada en la planta intermedia; y la bodega en la planta baja. En las dependencias originales de la casa familiar se mantuvieron las instalaciones para la elaboración de conservas de salmón y trucha, almacenes, lavadero y una escuela particular para los hijos de la familia.

Pabellón de Mantequerías Arias en la V Feria de Muestras Asturiana, Gijón, 1928. Colección del Museo del Pueblo de Asturias, Gijón, en «La industria láctea en Asturias», Juan Sevilla Álvarez, p. 101.
Con estos antecedentes se puede entender que la gran industria moderna –en términos intra-concejiles– que aparece en las matriculas industriales sea la fábrica de mantecas de Antonino Arias, hijo de los fundadores. A comienzos de siglo producía unos 150.000 kilos de manteca, ocupaba una superficie de 13.400 pies cuadrados y empleaba a dieciocho personas. Además de manteca, producía sidra achampanada, conservas de salmón y de trucha; éstas últimas las vendía a través de la tienda que la familia tenía en la plaza del Carmen 1, en Madrid. En 1904 el ferrocarril Vasco-Asturiano llegó a Pravia y, aprovechando la cercanía de la estación a la por entonces clausurada fábrica azucarera, Ángel Arias, hermano menor de Antonino, propuso comprar el edificio de la extinta factoría, para instalar allí la producción y tener más fácil la salida por el nuevo tendido ferroviario; a esta idea se opuso su hermano mayor. La decisión del primogénito de los Arias dará lugar a la escisión empresarial de los hermanos. En 1910, Ángel, creará su propia empresa mantequera; la que llevará al apellido Arias a convertirse en sinónimo de la industria láctea más importante de España, hasta los años setenta.
Esta factoría convertía a Corias en un importante centro industrial en el concejo, pero, a pesar de ello, el pueblo seguía conservando su carácter agrícola y ganadero, como muestra el censo de edificios de 1920, según el cual había censadas 58 paneras, 12 hórreos, 19 pajares y 30 cuadras. Lo mismo nos dice el censo de utillaje agrario de 1938: 43 arados romanos, 41 arados de doble vertedera, 36 arados de desfonde, 1 arado de fletes, 29 cultivadoras entre líneas, 30 sembradoras, 3 desgranadoras de maíz y 4 pulverizadores de mochila.
En cuanto a infraestructuras, el alumbrado eléctrico llegó a Corias en algún momento entre 1900 y 1923 y la primera traída de aguas se proyectó en 1930. En estos años, seguramente por iniciativa de la familia Arias, se crea Acción Católica de la Mujer de Corias, cuyos estatutos datan del 19 de febrero de 1928 y van firmados por María Concepción Gómez, Rosa Gómez Gómez, Carmen Bayarri Giner, Antonia García, María Josefa Echevarría, Concha Grana, Arsenia Pérez y Soledad Barbón. Los fines de la asociación eran la defensa de los intereses religiosos, morales, jurídicos y económicos de la mujer y de un modo especial el promover su mayor cultura, el estudio y la solución de los problemas femeninos. También sabemos que en los almacenes de la factoría Arias se hicieron algunas representaciones teatrales a cargo de los jóvenes del pueblo.
En el padrón de 1931, encontramos 202 mujeres frente a 145 hombres, desequilibrio debido a la emigración de los varones jóvenes a ultramar, algo común en todo el concejo. Según el documento referido, la distribución de ocupación por sexos era como sigue:
Hay que advertir que aquí van incluidos niños (escolares) y bebés (no consta). Como se ve, la mayor parte de las mujeres se dedican al trabajo doméstico o al agrícola. Términos algo más complicados de interpretar son los de jornalera y empleada, es decir, personas que trabajan por cuenta ajena, muy probablemente empleadas de la fábrica de mantecas aunque quizás no se dedicasen unas y otras a las mismas tareas dentro de ella. A continuación, la ocupación de los varones, en los que las actividades son mucho más variadas.