
«El rey Mauregato de Asturias», por Manuel Iglesias y Domínguez (-1853), Museo de Covadonga.
Llegó el tiempo de tratar del decantado Mauregato; que los pravianos, que sabemos de cosas, no nos desdeñamos de confesar con franqueza, que don Mauregato fue rey de España, que tuvo en Pravia su corte, y que se enterró en Santianes. Así considerasen los que de Asturias y de fuera nos zahieren con Mauregato, que nosotros sabemos que muchos, de ellos, o tienen sangre de Mauregato o descienden de los que le aclamaron por rey contra los derechos de Alfonso II el Casto, si la corona era hereditaria; pero ni unos ni otros tienen porqué se deshonrar con su memoria. Los primeros, porque fue sangre real sin cosa en contrario, hijo de rey y descendiente de los duques soberanos de Asturias y Cantabria, y los segundos, porque sus costumbres fueron tan arregladas como las de cualquiera de los cinco reyes, sus antecesores.
(Noticias históricas del concejo de Pravia, Antonio Juan de Bances y Valdés, prefacio, edición y notas de Carlos Romero, Pravia, 2010)
Mauregato fue rey en Pravia entre 783 y 789. Era hijo de Alfonso I, por tanto, hermano por parte de padre del rey Fruela I y tío de Alfonso II.
Mauregato es tratado por las crónicas asturianas con gran laconismo; la Crónica Albeldense simplemente señala la duración de su reinado, cinco años, y su naturaleza ilegítima. La Rotense se extiende un poco más, también para mostrar la naturaleza ilegítima de su reinado y los orígenes bastardos y humildes del rey que derrocó al joven Alfonso II; la versión Ovetense señala que Mauregato se valió del fraude y la astucia para conseguir ilegítimamente el trono derrocando a su sobrino. De cualquier forma, parece claro que para acceder al trono tuvo que contar con importantes apoyos en la corte asturiana. El por entonces joven Alfonso tuvo que retirarse a los territorios alaveses, lugar del que era su madre y en el que, seguramente, tendría apoyos.
Según señalan los expertos, el marcado laconismo con el que las crónicas tratan al personaje se debe a una actitud deliberada fruto de que la redacción de las mismas se produjo bajo el paraguas de la dinastía reinante, para ellos Mauregato era un usurpador. Mauregato era el personaje propicio para cargar tintas contra él ya que podría ser considerado como el único monarca ajeno a la dinastía reinante, aunque fuera hijo de un rey.
La bastardía de Mauregato parece bastante plausible, aunque los detalles que complementan la historia del personaje a partir de Lucas de Tuy, referidos al origen de su madre y a sus relaciones con Alfonso I parecen ser fruto de la imaginación.
En su breve y oscuro reinado se produjeron algunos hechos reseñables, como la defensa de la ortodoxia frente a la herejía adopcionista, encabezada por el arzobispo metropolitano de Toledo, Elipando, que se extendió por toda la península bajo dominio musulmán. El adopcionismo también alcanzó al reino de Asturias, que eclesiásticamente dependía de Elipando, primado de España. A esta herejía se opusieron desde tierras astures Beato de Liébana y Eterio de Osma con la redacción del Tratado Apologético, parece ser que obra de Beato aunque estaba firmada por ambos. La herejía adopcionista, que consideraba que Jesucristo era hijo adoptivo de Dios en tanto humanidad y no adoptivo en divinidad, parece ser que supuso la ruptura o independencia definitiva de la iglesia del reino de Asturias con respecto a la antigua iglesia hispánica de origen visigodo encabezada por Toledo y su arzobispo primado de España, en este caso, Elipando. El adopcionismo alcanzó los dominios del imperio carolingio al ser defendida en Urgel por su obispo, Félix. Esto supuso que se produjera una internalización de la querella implicando al papado y al mismísimo emperador, Carlomagno, defensores, como los monarcas y la mayoría de la iglesia astur, de la ortodoxia cristiana.
Durante el reinado de Mauregato se desarrolló el culto a Santiago a través de dos obras: Comentario del Apocalipsis de San Juan, de Beato de Liébana, y el himno a Santiago, Oh Dei Verbum.
El Himno para la liturgia del Apóstol Santiago fue compuesto por un desconocido poeta, fiel seguidor del rey Mauregato, por tanto, inscrito en la corte praviana del soberano. Según Manuel Cecilio Díaz y Díaz, tuvo que ser compuesto por “un clérigo de mediana formación, buen conocedor del oficio litúrgico, pero con no muchos más conocimientos”.
El himno contiene un acróstico que condiciona toda su composición métrica y que constituye una manifestación de adhesión al rey Mauregato: “Oh, rey de reyes, muéstrate propicio con el piadoso rey Mauregato, que honesto guíes en éste tu amor”. Este himno evidencia la devoción al apóstol en España años antes del descubrimiento de su supuesta tumba en Compostela, en la década de los años 820-830.
Obras empleadas:
Manuel Cecilio Díaz y Díaz, De Isidoro al Siglo XI: Ocho estudios de la vida literaria peninsular. Ediciones El Albir SA, Barcelona 1976.
Armando Besga Marroquín, Orígenes hispano-godos del reino de Asturias. Real Instituto de Estudios Asturianos, Oviedo, 2000.
Francisco Javier Fernández Conde, Estudios sobre la monarquía asturiana. Ediciones Trea, Gijón, 2015.