Ecos de Pravia

Un sitio para divulgar curiosidades y noticias del pasado del concejo de Pravia.

Pravia, concejo indiano

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Vista de Forcinas, con el conjunto construido por Manuel Garcia de la Noceda. Fondo LOTY, ca. 1930.

Sabía por un amigo que había en América muchos españoles adinerados, de origen humilde; mas como nunca le dijera que ascendía (…) a millones la cifra de infortunados, cada día encontraba más asequible llegar a ser poderoso… Tal vez llegues a ser rico, poderoso; ¡pero esto solo lo alcanza uno por cada diez mil que de su tierra salen!… pero me escuchaba un niño; sí uno de esos niños que solo parecen hombres, porque van solos de un continente a otro.

(Emigrantes!, Constantino Suárez, el “Españolito”, 1915)

 

Pravia, a mediados del siglo XIX, formaba parte del grupo de concejos, en términos porcentuales, que más emigrantes enviaba a América. Entre 1858 y 1862 en torno al 5,5% de los habitantes hicieron las maletas con destino al otro lado del atlántico. El concejo, caracterizado por la preponderancia de pequeñas explotaciones o minifundios con gran extensión de los foros y de los arriendos, y con una población en continuo crecimiento, tuvo en la emigración una salida natural para ese excedente humano que el municipio no podía mantener. Durante décadas, las salidas continuadas de jóvenes en busca de un mejor porvenir generaron una cultura migratoria y, gracias a los antecedentes familiares, permitieron crear cadenas migratorias que permitían, una vez en las tierras de destino, generar la cohesión colectiva necesaria para superar el desafío de la empresa; el prestigio social acuñado por la figura del indiano enriquecido ayudó a incentivar los viajes.

En la segunda mitad del siglo XIX, la inversión de los acaudalados americanos se enfocó a la compra de bienes inmuebles, tanto rústicos como urbanos, y a la compra de deuda pública. Tras el 98, diversificaron a través de la banca y los créditos. Estos hombres hechos a sí mismos, acostumbrados al riesgo y la audacia empresarial, no fueron especialmente dinámicos en las inversiones industriales, optando por negocios más seguros, algo que contrasta con la naturaleza y mentalidad que les hizo enriquecerse en América. Mucha más importancia, tuvieron las pequeñas cantidades, o remesas, que los emigrados enviaban a sus familias campesinas y que les permitieron, poco a poco, adquirir las caserías y tierras que llevaban en arriendo o de las que solamente poseían el dominio útil. Entre los indianos enriquecidos y los emigrados de menor fortuna que enviaban, cuando podían, dinero a sus familias había una “clase media” de emigrantes que consiguieron un pequeño capital, el cual les permitió volver a su tierra, instalarse en casas nuevas o reformadas y regentar negocios o caserías; la emigración, les hizo mejorar, pero no tanto como para vivir de las rentas.

En el caso concreto de Pravia, los indianos operaron y beneficiaron a su tierra natal en varios órdenes: las infraestructuras, los negocios, la industria, escuelas, la política, el asociacionismo, etc. La banca local de Andrés Álvarez Prada tiene su origen en la aventura americana. Este banquero acudió, con cien mil pesetas, al empréstito emitido por la corporación municipal para la creación de un servicio de traída de aguas. La industria también se benefició del capital de origen ultramarino, como en el caso de una factoría mantequera en Peñaullán. Entre los indianos era muy común que participaran en política, normalmente adscritos a partidos de ideologías republicanas y reformistas; la importantísima Sociedad de Labradores La Unión estuvo presidida por un rico americano, Ramón Arango, alcalde en dos ocasiones durante la Restauración, “americano solterón muy bien acomodado”, de Cañedo, según nos cuenta Julián Campo Zurita en sus memorias. La influencia de los emigrados está presente en los orígenes de La Unión que, al poco de fundarse solicita a los emigrados —a través de la prensa—, que influyan y medien para que sus familiares en el concejo se asociaran. Los indianos también introdujeron innovaciones culturales como fue la preocupación por la higiene, el aseo cotidiano, la construcción de baños en las casas, el blanqueo de las fachadas, etc.

La influencia de los americanos, ricos y pobres, se visualiza en toda Asturias a través de las edificaciones, Pravia no es una excepción. La arquitectura indiana se distribuye por toda la región de manera desigual, extendiéndose principalmente por la franja costera hacia ambas alas, la occidental y la oriental, y disminuyendo a medida que nos adentramos en el interior de la región, con algunas excepciones, véase: Caso, Boal, Allande, etc. Obviamente, la distribución de las construcciones señala los lugares donde la emigración fue más importante.
El emigrante retornado enriquecido estará indisolublemente asociado a la arquitectura homónima, que abarca una amplia gama de formas constructivas: arquitectura privada y semi-privada, es decir, las residencias y las edificaciones como inversión; construcciones de uso público y fin altruista como las escuelas, los lavaderos, etc. De todas ellas tenemos ejemplos en el concejo.

Las residencias de uso privado son de dos tipos; en primer lugar, están las viviendas de recreo en las aldeas y pueblos natales; edificaciones de nueva construcción o reformas de las originales casas familiares. En segundo término, se encuentran los inmuebles urbanos, normalmente edificios de varias plantas, también conocidos como “casas altas”, donde los americanos se reservaban uno o dos pisos para uso y disfrute particular, el resto se arrendaba a inquilinos de buena posición social y económica que se sentían atraídos por la calidad, amplitud, elegancia exterior y ubicación céntrica de los inmuebles. La inversión edilicia fue una de las pocas actividades en las que se embarcaron estos nuevos ricos. No toda la arquitectura fue debida a la voluntad de adinerados precursores, existen también una serie de edificios construidos por retornados a los que la aventura americana les hizo ganar algún dinero, pero no el suficiente como para vivir de las rentas; éstos crearon pequeños negocios con lo atesorado al otro lado del Atlántico. También hay construcciones hechas a base de suscripciones de emigrantes mucho menos favorecidos, en muchos casos enviadas desde América para levantar escuelas, lavaderos, iglesias, escuelas, etc.
En Pravia, esta larga tradición migratoria ha dejado su huella no solo en la memoria colectiva y familiar de muchos vecinos, sino también en las construcciones. Las edificaciones financiadas por los americanos están presentes, con mayor o menor espectacularidad, por toda la geografía concejil y son la muestra del pretérito éxito de unos pravianos de orígenes humildes y escasa formación que regresaron con muchos más años de con los que partieron, con más experiencia y, en algunos casos, con muchísimo más dinero.

Chalet de José Martínez Bances, «el Cuco», en Prahúa. Fondo LOTY, ca. 1930.

Además de los edificios escolares, que ya hemos reseñado hace unos días, y el núcleo de Somao, que merece capítulo aparte, también encontramos arquitectura indiana en Peñaullán, con la casa de Sabino García Corrales, que tenía anexa una factoría de mantequillas. En Prahúa hay siete casas “autóctonas” destinadas a ser arrendadas por la burguesía local como viviendas unifamiliares, financiadas por los herederos de García de la Noceda, emigrante en Cuba que amasó gran fortuna y cuya familia fue muy relevante en la política local del primer tercio del siglo XX. La familia García de la Noceda construyó también, a comienzos del siglo, dos casas en la margen derecha de la carretera. Entre 1920 y 1922, en la finca del Otero, muy próxima a las edificaciones anteriores, se levanta la casa del indiano José Martínez Bances, “el Chalet del Cuco”. En Forcinas, Manuel García de la Noceda mandó construir “la Casona de Forcinas”, que incluye una capilla exenta fuera de la propiedad de la casa, que cumple funciones público-privadas. Quinzanas, con una villa residencial con espacios de recreo y unidad de explotación agraria con dependencias anexas y jerarquizadas, ejemplo del tipo de inversiones de las clases medias de retornados, y el chalet de la familia Pumariega, en Puentevega, se incluyen en este listado, casi seguro provisional, de las edificaciones indianas residenciales en el concejo.

La villa de Pravia tampoco está falta de edificaciones vinculadas a americanos: la llamada casa Cueto, encargada por Juan José Pérez y proyectada por el arquitecto Emilio Fernández Peña; la vivienda de Emilio Conde, que en 1880 contrató al arquitecto Juan Miguel de la Guardia para que le diseñara una vivienda unifamiliar, conocida como “casa del embajador”, en la plaza del Conde de Guadalhorce; la casa donde de José Martínez Bances, “el Cuco” en la esquina de la calle San Antonio con la travesía del mismo nombre estableció “La Cadena”; frente a ésta, el edificio proyectado por Leopoldo Corujedo para Ramón López González, y la casa proyectada para Faustino Villazón, en la Plaza del Suelo.

Bibliografía:

RANGEL VALDÉS, Cristian, El concejo de Pravia en el primer tercio del siglo XX: 1900-1936 (inédita)

ALVAREZ QUINTANA, Covadonga, Indianos y arquitectura en Asturias: (1870-1930), Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Asturias, 1991

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