No es el Concejo de Pravia de los menos favorecidos por ellos [los americanos] y cumplimos un deber de justicia colocándolos al lado de los hombres que han figurado y figuran en el terreno del saber, pues si la gloria de éstos alcanza al pueblo en que nacieron, al bienestar y al progreso del pueblo contribuyen también los americanos.
Allá por el año 1840 abundaban en Asturias las casas cubiertas de hiedra, elevándose sus almenadas torres señoriales sobre las pobres viviendas de aldea. Hoy, gracias a esos americanos, que algunos tanto desprecian, los corrales se convierten en palacios y las torres vienen al suelo para construir sobre sus ruinas hermosos edificios y fábricas importantes. Las poblaciones crecen, reviven las industrias, y el dinero de los americanos, si algunas veces se emplea en «tabacos» y «amortizable», que rinden cómodo y productivo interés a sus dueños, también se distribuye muchas veces en jornales que alivian la situación del obrero.”
(Revista Asturias, Juan Bances Conde, publicado en 1898)