
Imagen procedente de «Asturias en Cuba» de Bruno Javier Machado.
No conquistó imperios, ni levantó catedrales, ni arrancó a la ciencia nuevos secretos, ni siquiera tuvo, como político influyente, parte alguna en la desmembración y decadencia de nuestra pobre España.
Juan Bances es simplemente un praviano de cuerpo entero, un enamorado del pueblo que le vio nacer, por el cual sintió siempre vivos anhelos de prosperidad y de ventura. Así se refería Eloy Hugo a Juan Francisco de Asís Bances Menéndez Conde en el número único de El Praviano «dedicado a conmemorar la llegada a Pravia de D. Juan Bances, Presidente del Centro Asturiano de La Habana», publicado en Pravia, el 16 de septiembre de 1907, en el que colaboraron amigos como Fermín Canella, Agustín Bravo o Edmundo Díaz entre otros.
Juan Bances nació en Pravia, el 10 de octubre de 1863, según su inscripción en el registro de nacimientos (AHM, libro 105), a las cinco de la tarde, hijo legítimo de Manuel Bances, de San Román de Candamo, y Amalia Menéndez Conde, de Pravia, de profesión «propietarios». Sus abuelos paternos fueron Juan Bances e Inacia [sic] Álvarez y los maternos Dionisio Menéndez Conde y María Martínez, todos de Pravia.
La familia Bances Menéndez Conde vivía en la plaza, antes de la Reina Regente, hoy Conde de Guadalhorce y sabemos que tuvo varios hermanos: Ramón Dionisio, nacido el 14 de enero de 1860, María, nacida el 2 de noviembre de 1861, María del Rosario, María de la Paz, casada con Domingo Juliana Albert, y María Ignacia, que se casará con Ramón Prieto Pazos, padres del jurista, político y escritor Ramón Prieto Bances.
Juan Bances, según sigue Eloy Hugo , era de carácter «en extremo jovial y bondadoso» y «elemento indispensable en Pravia para organizar todo movimiento popular» poniendo como ejemplo su implicación en la fallida construcción de un nuevo hospital ante la situación ruinosa del de San Antonio, su interés en que Pravia tuviera un centro de segunda enseñanza «mucho antes de que se estableciera en esta villa el hoy floreciente y acreditadísimo Colegio de San Luis», en el establecimiento de una imprenta y en su defensa de medidas higiénicas y de salubridad pública.
Estudió Derecho en la Universidad de Oviedo, doctorándose en Civil y Canónico con la tesis El problema capital del Derecho internacional. Allí se relaciona muy estrechamente con Fermín Canella, que lo considera «discípulo predilecto» y al que confiesa le unen «lazos fortísimos de cariño entrañable». Su primer artículo periodístico se publicó en la revista Asturias, en 1882, y estaba dedicado a Pravia. Poco después se convirtió en colaborador habitual de El Carbayón. Utilizó los seudónimos de Nauj y, más frecuentemente, el de Pepe García. Pocos años después, escribió las entradas sobre Pravia y Candamo en la monumental Asturias, obra dirigida por Octavio Bellmunt y el propio Canella, publicada en 1899. En 1884, con 21 años, funda el semanario El Nalón, de efímera vida pues sólo se publicó durante un año y medio, y El Barullo, del que salieron únicamente tres números.

El comercio, 17 de enero de 1899.
En 1886, se traslada a Madrid, según Agustín Bravo, gran amigo suyo, en un artículo publicado en La ilustración asturiana, «no pudiendo Bances avenirse con el caciquismo» por «sus ideas políticas, esencialmente democráticas, su independencia y recto y firme criterio que no se podía avenir con injusticias ni tropelías». Allí, empieza a trabajar en el despacho de Manuel Pedregal y Cañedo, hasta la muerte de éste en 1896, cuando abrió su propio despacho. Durante su estancia en la capital siguió escribiendo en la prensa madrileña y en la asturiana, recibió y acogió a todos los pravianos que allí iban, era asiduo de la tertulia de El Colonial, presentó su candidatura a diputado a Cortes y, según Agustín Bravo «obtuvo muy honrosa votación y la hubiera tenido muchísimo mayor y acaso triunfado, si hubiera admitido el apoyo de los conservadores, que le brindaron con insistencia».
En 1903, marcha a Cuba, reclamado por su tío, Juan Antonio Bances Álvarez que le hace socio de su sociedad mercantil, Juan Antonio Bances y Cía., que había creado en 1853. El capital de la sociedad ascendía a 100.000 pesos, 95.000 aportados por Bances Álvarez y 5.000 por Bances Menéndez Conde. Las oficinas estaban en la calle Obispo, número 21, y se dedicaba al giro de letras, comisiones mercantiles, negociación de hipotecas y concesión de préstamos. Bances y Compañía está considerada como la primera empresa en realizar masivamente remesas de dinero de los emigrantes asturianos en Cuba. Además, la firma, en una práctica extendida para cubrirse de posibles pérdidas y minimizar riesgos en caso de crisis, diversificó invirtiendo en el negocio tabaquero: en 1865 la fábrica de tabaco Henry Clay, fundada por Bances Álvarez en 1850 asociado con su amigo y compatriota Julián Álvarez Granda, producía trece millones de puros al año. En 1876, adquirió la famosa fábrica de Partagás y Cía., que vendió en 1888. Juan Antonio Bances fue socio fundador de la Sociedad de Beneficencia de Naturales de Asturias, en 1877. La casa bancaria de Bances y Cía. fue capaz de sobrevivir a la guerra y adaptarse a la nueva situación tras el periodo de colonialismo español. En 1908, tras el fallecimiento de su tío, Juan Bances se convierte en director de la sociedad, esta vez en comandita, con María Ignacia, María del Rosario y María de la Paz Bances Menéndez Conde y Sinforosa Bances Miranda. A pesar de todo, la entidad bancaria no pudo sobrevivir a la crisis que sufrió la banca española en 1920, derivada de los efectos del ajuste económico y financiero tras el fin de la I guerra mundial, y se declaró en suspensión de pagos el 14 de junio de 1921.
Al año de establecerse en Cuba, en 1904, Juan Bances es elegido presidente del Centro Asturiano de La Habana. De su etapa al frente de la institución nos habla Rafael Anes en La emigración de asturianos a América (Fundación Archivo de Indianos, 1993): «Labor del nuevo presidente fue revitalizar el Centro, siguiendo la política de sus predecesores, pero tratando de dar realce a todos los actos que se celebraban. También trató de dar a conocer el Centro en España y, especialmente, en Asturias. Tenía la institución, a 31 de diciembre de 1906, 25.004 socios, 6.266 más que en 30 de junio de 1905. Los socios ingresados en la Quinta Covadonga en esos dieciocho meses fueron 12.405, un 50 por 100 del total de socios, que ocasionaron dietas de 244.778 pesos. De todos los ingresados fallecieron 141 y fueron embarcados para sus lugares de nacimiento 78, afectados de tuberculosis.

Pabellón en la Quinta Covadonga.
El año de 1907 tiene para el Centro Asturiano dos novedades importantes. Una, que el año social se hace coincidir con el año natural y otra, que comienza a publicar la memoria del ejercicio social. Ésta es una labor de difusión que se puede enmarcar en la que, ya con su elección, había comenzado dos años antes el presidente Juan Bances. El conocimiento del Centro y e el reconocimiento que se le daba los pudo comprobar el presidente en su viaje a España en ese año. Le fueron preparados calurosos recibimientos en Oviedo y en Pravia. (…)
En 1908, año en el que la Universidad de Oviedo celebró su tercer centenario, el Centro acordó participar en la conmemoración. Celebró una velada literario-musical para recaudar fondos y giró al rector de Oviedo 5.000 pesetas. Acordó, también, que en los actos de celebración representase a la institución Rafael María de Labra, para lo que se le hizo socio de mérito y se le remitió una medalla de oro conmemorativa del acto y como acreditación de la representación. En ese año inauguró el Centro tres pabellones más en la Quinta Covadonga: el Bances Conde, el José García y el Benito Celorio. El segundo estaba destinado a enfermo de tuberculosis, con 32 habitaciones para un solo enfermo. El tercero era para pacientes con enfermedades nerviosas y mentales.»

Región, septiembre de 1935.
Uno de los empeños, manifestado en multitud de ocasiones, de Juan Bances era construir en Asturias un hospital para los emigrantes que regresaran enfermos, especialmente de tuberculosis. Ya en 1911, en un discurso pronunciado en Gijón y recogido por El Comercio del 22 de agosto de ese año, expone esta idea: «Y el segundo punto a que me refiero es la tuberculosis, bajo cuyos extragos [sic] sucumben cientos de emigrantes. El Centro Asturiano viene laborando en favor de estos enfermos en el gran sanatorio Covadonga. Se ocupa a este propósito del gran número de tuberculosos que de América vuelven a España, y hace votos porque llegue a crearse en Pajares un soberbio sanatorio que sea modelo en España». Este anhelo se vio cumplido en septiembre de 1935, con la inauguración del Sanatorio Covadonga del Naranco del Centro Asturiano de La Habana, en la actualidad club de campo del Centro Asturiano de Oviedo.
Poco más sabemos de la vida de Juan Bances hasta su fallecimiento, el 4 de diciembre de 1950, en «su retiro», como escribe José Barrera en su sección de la Hoja Parroquial, de Santa Ana de Abuli. Sí que tenemos noticia, por la biografía que escribe N. Martín Santos (Biografías asturianas. Primera serie, 1918) de que «últimamente contrajo matrimonio el Sr. Bances con una distinguida e inteligente dama, hija del venerable patriarca de nuestros americanistas D. Rafael María de Labra«. Esta noticia nos permite pensar que se casó ya mayor, regresado de Cuba, y pudo retomar su carrera de abogado o vivir de sus rentas, tal como hacía la mayoría de los emigrantes que habían hecho fortuna, en la finca familiar de su suegro.