En el Archivo de la Casa Nueva del Campo de Pravia se conserva un documento muy interesante. Se trata de un codicilo, documento de últimas voluntades, que firma Fernando de Miranda, preso en la cárcel de Pravia, el 15 de septiembre de 1642. Es Antonio Juan de Bances y Valdés, en las Noticias históricas del concejo de Pravia (ed. de Carlos Romero, p. 211) y al hablar del coto de Villavaler, quien nos da una pista más sobre este personaje:
El curato de Villavaler, en todo tiempo que suceda vacar, lo presenta el marqués de Ferrera; y aún le corresponde de los diezmos la porción que abajo se diga; más no esto fue así en lo antiguo, pues el cuarto medio de uno y otro, le hubo Juan Alonso de Navia, abuelo de don Juan Alonso dicho arriba, primer marqués de Ferrera, por la venta judicial que le hizo el licenciado don Martín de Larreátegui, oidor de Valladolid el año 1642, siendo juez de comisión sobre la muerte que dio a su mujer Fernando Miranda de Pravia, a quien hizo degollar, y vendió públicamente sus bienes, aunque eran vinculados; y entre ellos este cuarto y medio de patronato.
Poco más hemos podido averiguar hasta ahora con los medios de los que disponemos desde aquí, así que prometemos seguir investigando y, os dejamos, de momento, la transcripción del testamento de Fernando de Miranda que nos ha hecho del original Vicente Siegrist Trelles.
Memoria que hiço para descargo de su ánima Fernando de Miranda, preso en la Cárçcel de Pravia en // quinçe de septiembre de seiscientos cuarenta y dos y que, por cláusula de testamento, ésta mando cumplir.
Páguense al prior de Obiedo Don Alonso de Inclán sesenta y tantos reales que le debo // además de lo que su merced dijese aber puesto y gastado por mi en diferentes cosas. // Den a Catalina, ija de Diego de Villa, cien reales. // Dense a Ynés de Canal de esta villa, que está casada en Gijón, doscientos reales con todo secreto. // Páguense al don Fernando de Miranda Llano seiscientos y setenta reales y, si dijese es más, lo que dijere. // Restitúyansse de mis vienes a Diego Fernández Guibar con seiscientos veinte reales que se le han causado de daños // en la cobrança del uno por ciento a que di ocasión con no haber examinado las cédulas de las can // tidades que abían de pagar las partes y la cantidad que él dijese le costó, y además della // seiscientos treinta reales que le soy a cargo de cuando fue arrendatario de los salmones. // Páguensele a Bartholomé Martínez de la Reygada catorce reales de mis vienes y áblese a Bartolomé // de Arango para que le buelva veinte que le llevó y no lo haciendo páguensele treinta y cuatro reales en todo. // Dense a un mozo de Luiña que dijese Fernando de Miranda de Veyciella cuatro reales de a ocho. // Dense a un ijo de Rodrigo Álvarez Biradigan (sic) veinte reales. // Llámese Sancho y si Menendo de Valdés no le diese // otros tantos dénselos de mis vienes, que se los devo y soy a cargo. // Dense a Ysabel de Villanueba de las soldadas y cría de Bhartuelo, treinta ducados. // Reconoçco por mi hija y de la dicha Ysabel de Villanueba una niña de quien dará cuenta la mujer // de Lucas de Rivera y para ayuda de su criança dénsele trescientos reales. Encárgosela // mucho a la dicha señora María Fernández Vega y, ¿fiado de su merced?, lo hará como tan buena christiana. // Páguense a Pedro García de la Reigada siete ducados que le soy a cargo. En ¿todo caso con? // mucha brebedad. // Tómense las bullas que se pudiere por mi intención. // Restitúyanse a su Magestad setecientos reales de mis vienes luego como muera.
Fernando de Miranda
(rúbrica)
El texto nos permite adivinar costumbres, economía y vida cotidiana. Es curiosa la alusión a Rodrigo Álvarez Biradigan, sin duda «Villarigán», un topónimo usado como onomástico. Por lo demás, deja más preguntas que respuestas… ¿Por qué mató a su mujer? ¿Tuvo descendencia con ella? Desde luego, era hombre de dinero a tenor de las cantidades que lega, pero también debía tener muchos gastos… ¿Por qué le da a Inés de Canal un buen capital con todo secreto? ¿Y a Catalina? ¿Tendría amoríos con ellas también? Aunque se preocupa por asegurar el futuro de su hija, fruto quizás del último amor. No me digáis que no hay aquí materia novelesca.