
Benigno Arango, a la izquierda de la imagen, con Xaudaró, su hija y Constantino Suárez, «El Españolito». En «Región», 29 de julio de 1926.
He aquí un fieltro, un rostro moreno, unos bigotes mosqueteriles… Es Benigno Arango, el popular abogado criminalista, autor de novelas y amigo entrañable. Viene a nosotros con el alma abierta de par en par. Y mientras almorzamos una mañana en el Hotel París, nos habla de sus cosas, de sus recuerdos, de sus proyectos. Benigno Arango es un meridional, un moro nacido en los riscos astures, por equivocación.
La Atalaya, 27 de septiembre de 1925
Yo sabía que en Asturias había siempre un Benigno Arango, dispuesto a recibir a cuantos llegan. En Madrid es usted popular por su asturianismo. Todas las provincias necesitan hombres así. ¡Cualquiera se marcha descontento!
Joaquín Xaudaró en Región, 29 de julio de 1926
Benigno Arango compagina el ejercicio de la abogacía con su empleo como oficial en el Gobierno Civil hasta octubre de 1923, cuando solicita y se le concede primero el cese y, al año siguiente, la excedencia por un periodo máximo de diez años. A partir de este momento, se multiplican las noticias en la prensa que nos hablan de la activa vida social y cultural de Benigno Arango.
En el verano del 23, acompaña en varias ocasiones al entonces gobernador civil Pablo Nobell, responsable del diseño de la primera política turística para Asturias, para almorzar en el Hotel Comercio o en el Recreo Madrileño, pasar la tarde por Somió y acudir, ya de noche, al teatro Dindurra. Participaban también de estas excursiones amigos como el alcalde de Gijón Gil Fernández Barcia o Alfredo Martínez García-Argüelles, elegido ese año diputado por el distrito de Pravia por el partido reformista de Melquiades Álvarez, aunque fue destituido al poco tiempo con la llegada de la dictadura de Primo de Rivera y también efímero ministro de Justicia, Trabajo y Sanidad, entre el 14 y el 30 de diciembre de 1935, en el gobierno de Portela Valladares.

Benigno Arango junto a Eugenio Casals en «Región», 12 de febrero de 1924.
Un carácter jovial y hospitalario así como sus alabadas dotes como orador lo llevan a ocupar papel protagonista en diferentes reuniones sociales. Así, pronuncia el discurso en nombre de la comisión organizadora del homenaje al actor y director teatral Eugenio Casals, que había hecho una temporada de gran éxito en el Campoamor (La Voz de Asturias, 12 de febrero de 1924). Días después viaja a Madrid para participar en el que ofrece la Asociación de la Prensa a su secretario Eduardo Palacio Valdés, a quien conocía desde sus tiempos como redactor de La Opinión pronunciando su discurso en calidad de amigo entrañable de Eduardo y como compañero suyo en las lides periodísticas. En diciembre del 24, cuando se repite el homenaje en el Nuevo Hotel Francés de Oviedo, el cronista se refiere a Benigno Arango como antiguo compañero y hoy notable abogado (…) que está siempre donde están los periodistas, porque con ellos ha convivido mucho tiempo y quiere continuar en esa hermandad espiritual que acaso no se observe en otra profesión (La Voz de Asturias, 9 de diciembre de 1924).
Gracias a la amistad que le unía con Eduardo Palacio Valdés, especialista en temas taurinos del ABC, Benigno Arango se introduce en el ambiente periodístico madrileño y cultiva la amistad de personajes como Gregorio Corrochano, que se alojó en Oviedo en su casa en marzo de 1924 (Región, 20 de marzo de 1924); Francisco Serrano Anguita y el torero Ignacio Sánchez Mejías, que pasaron unos días con él en agosto de 1925 (La Voz de Asturias, 6 de agosto de 1925) y con quien se veía cada vez que los compromisos profesionales de Mejías lo traían al norte; Joaquín Xaudaró al que acompañó en varias ocasiones durante el mes de julio de 1926 que el caricaturista pasó en Asturias, o, según la nota de Región del 5 de septiembre de 1924, el conocido aristócrata don Enrique de Borbón, marqués de Balboa, que también se hospedó en su casa.
Estos son tiempos también de viajes, la mayoría a Madrid con estancias cada vez más prolongadas y frecuentes. La admiración de Benigno por la capital de España se refleja incluso en lo anecdótico: a primeros de octubre de 1925 se publica durante varios días un anuncio prometiendo gratificación a quien encuentre un perro de lanas, raza lulú, atiende por «Madrid», propiedad del abogado don Benigno Arango. Otro de sus destinos favoritos fue Andalucía, que visitó en mayo de 1923: Se encuentra en Granada, después de haber visitado las poblaciones de Sevilla, Cádiz, Algeciras y Gibraltar, nuestro querido amigo el abogado de este Colegio D. Benigno Arango (La Voz de Asturias, 8 de mayo de 1923), aunque fue sin duda Sevilla, donde volvió en las primaveras de 1924 y 1926, la que más honda impresión debió de causarle pues la escoge como escenario de su novela Amor y dolor. Otro destino favorito fue Santander, donde iba a los toros. Así lo recoge La Atalaya de 12 de agosto de 1925: En un grupo, los bigotes negros de mosquetero de Benigno Arango, el gran criminalista ovetense, amigo de periodistas y toreros, son como un reproche a los rostros británicos, sin pelo, que le rodean.
Compagina Benigno Arango las tareas de cicerone con el cultivo de sus intereses y amistades de la región. Como buen aficionado a la música, recordemos que había sido presidente del Orfeón Ovetense en 1906, ingresa en la Sociedad Filarmónica Ovetense en 1922 y lo vemos asistiendo, por ejemplo, a las dos funciones de ópera que ofreció el eminente tenor Hipólito Lázaro (Región, 30 de mayo de 1926). Con amigos como Ángel Sánchez, Antonio Escosura, Juan Barthe, o Emilio Feito se le ve en Covadonga o en los toros en Avilés… Contribuye también en estos años a diversas causas, por ejemplo, en calidad de socio de la sección de Oviedo de «Los previsores del porvenir» dona 5 pesetas, el doble que la media, para los niños de asilos, casas de beneficencia y escuelas municipales (La Voz de Asturias, 13 de septiembre de 1925); la misma cantidad entrega, en julio de 1927, para la construcción del mirador del Fito y para el homenaje al general Zuvillaga. Más generoso se muestra con la colonia escolar «Suárez Somonte» a la que entrega 25 pesetas.

Benigno Arango Alonso es el quinto contando desde la izquierda de la imagen, detrás de una de las nietas de Armando Palacio Valdés. «Región», 25 de mayo de 1924.
Mención aparte merece la relación de Benigno con Armando Palacio Valdés, con el que tenía estrecha relación a través de su sobrino Eduardo. La Voz de Asturias de 13 de mayo de 1924 anuncia la salida para Madrid del culto letrado don Benigno Arango para acompañar a Sevilla a don Armando con motivo de su nombramiento como hijo adoptivo de la ciudad. En diciembre de 1925, aprovecha uno de sus frecuentes viajes de Madrid para visitarle y hacerle una entrevista que publica La Voz de Asturias titulada «Armando Palacio Valdés, en la intimidad». Al año siguiente, el escritor y su familia visitan Asturias entre el 15 y el 26 de junio de 1926. Durante los diez días que permaneció en la región realiza varios desplazamientos, a la casa natal de Entrialgo (Laviana), a Avilés, Luanco y Pravia, siempre acompañado de Benigno Arango. Es él quien, junto a Benito Buylla, organiza un sincero y cariñoso acto de adhesión popular a su viejo cantor, invitándole a una comida asturiana familiar en un acto de puro cariño (Región, de junio de 1926). El banquete se verificó en el Hotel Francés de Oviedo, el domingo 20 de junio de 1926 y, según las crónicas, asistieron unos doscientos comensales: representaciones del Ateneo de Oviedo y de otros varios de la provincia (Sama, Pola de Siero, La Felguera, Noreña, etc., etc,); personas de las más variadas ideas políticas, unidas todas ellas por el «leit-motiv» del culto al Arte, y el grupo, en fin, de los que no son nada ni representan nada, sino la admiración más profunda, más entrañable al insigne don Armando (La Voz de Asturias, 22 de junio de 1924). La extensa crónica nos informa de que pronunciaron discursos Juan Barthe, Leopoldo Alas hijo, José María González García «Columbia», Benigno Arango y el homenajeado y nos ofrece un buen ejemplo de la capacidad oratoria de nuestro autor: Este hombre, todo corazón, lo tiene entregado a la admiración de don Armando Palacio Valdés. Las palabras salieron anteayer de sus labios ungidas por el más sincero y hondo sentimiento. (…) El señor Arango habla bien; con gran posesión de su palabra, sin que sea parte a entorpecerla la gran emoción de que está poseído. (…) Un recuerdo sombrío pasa después por las palabras del orador; es un momento que acaba por vestirse con un rayo de luz: «Tú no morirás; tus páginas te harán eterno. Asturias te bendice. Que Dios te bendiga como te bendice Asturias.» Se renuevan los aplausos que constantemente salpicaron el discurso. Las palabras del señor Arango han enfervorizado al público. Aplausos que sonaron también un año después, a tenor de la reseña de Región (6 de julio de 1927), cuando pronuncia, el domingo 3, en el Ateneo de Noreña, una conferencia sobre la obra literaria de Armando Palacio Valdés. En la presentación, Alfredo Monte, presidente de la entidad, destacó el gran interés suscitado en torno a la conferencia por el tema y la personalidad del conferenciante, cuyas actividades como brillante jurista y literato elogió, así como su desinterés y asturianismo.

Fachada del hotel Regina en 1930. A la izquierda, la terraza del café Regina.
Las temporadas en Madrid cada vez son más frecuentes y se van alargando en el tiempo, En mayo de 1927, defiende con éxito un recurso de casación ante el Supremo. Este triunfo fue muy importante para Arango, que tenía reputación de ganar las causas debido al «hechizo» que su oratoria ejercía en los jurados, al obtener la absolución de su defendido ante un tribunal formado por profesionales del derecho. Así lo refleja Región el 5 de junio de 1927: Ha regresado de Madrid nuestro querido amigo y compañero el brillante abogado y escritor don Benigno Arango, que obtuvo un triunfo señalado en la defensa de un recurso de casación ante el Tribunal Supremo, por el que recibió un homenaje de ilustres letrados y periodistas de la Corte.
El 27 de ese mismo mes, la Junta de Gobierno del Colegio de Abogados de Madrid aprueba su ingreso en dicho Colegio. En la ficha figura domiciliado en el Hotel Regina, calle de Alcalá 17. El propio Benigno le cuenta a Constantino Suárez para su Escritores y artistas asturianos que Pasó entonces a residir a Madrid, donde permaneció unos cinco años dedicado a diferentes ocupaciones, entre ellas la administración de un café y restaurante de su propiedad. Es muy probable que fuera el Café Regina, aunque no lo podemos afirmar con seguridad de momento. Lo que sí sabemos es que Benigno frecuentaba las tertulias del Regina, centro de reunión de periodistas, escritores, toreros y políticos. El periodista Antonio López-Oliveros describe el ambiente de esas tertulias en Memorias de la guerra civil en Asturias: Las tertulias de café constituían antaño, no sé si también hogaño, un aspecto casi esencial en la capital de España. (…) Unas y otras eran nutridas por artistas, literatos, políticos y periodistas. Comenzaban a las tres de la tarde y se prolongaban hasta que sonaban los primeros timbres de la función teatral vespertina. La concurrencia llenaba a esas horas el café, en el que una espesa humareda de puros y pitillos ocultaba los rostros de los que proferían grandes voces, sosteniendo discusiones sobre los acontecimientos del día, ya sobre la obra teatral estrenada la tarde o noche anteriores, ya sobre la novela recientemente aparecida, ya sobre tal o cual artículo periodístico, o ya sobre el suceso parlamentario de actualidad. Junto a ellos, aspirantes a escritores, artistas de todo pelo y un nutrido grupo de «bellas mujercitas galantes»…
En el Regina tenían tertulia personajes de la talla de Miguel de Unamuno, Ramón María del Valle-Inclán, los hermanos Julio y Enrique Romero de Torres, Manuel Azaña o Indalecio Prieto, con quien parece que nuestro protagonista trabó relación cercana a tenor de la «Carta abierta» de Benigno Arango que publica La Voz de Asturias de 16 de abril de 1931, donde aclara, tras cierta polemica en la prensa, que saldrá para Madrid con un fin único y exclusivo: el de estrechar las mismas manos que hace poco apretaba, convulso y emocionado, tras las rejas de la cárcel, y dar un abrazo a Indalecio Prieto, en recuerdo de los momentos en que juntos, utilizando un pobre coche, nos dedicábamos a repartir personalmente discursos clandestinos por las calles de Madrid, labor obscura [sic] y modesta que exigía la carencia de recursos económicos, ya que hasta nosotros no había llegado el oro de Moscú.

«La Voz de Asturias», 11 de septiembre de 1930.
Poco más sabemos de la estancia madrileña de Benigno Arango. Según el Boletín Oficial del Ayuntamiento de Madrid (24 de septiembre de 1928) proyecta instalar un anuncio luminoso en la casa número 37 de la calle de Alcalá, que se corresponde con el actual edificio de Metrópolis, entonces sede de la compañía de seguros La Unión y el Fénix español. En noviembre, presenta la actuación del Orfeón de Mieres, notabilísima agrupación artística, compuesta de 118 cantantes, en su mayoría mineros, y de la que forman parte bellas y distinguidas señoritas, de paso para Barcelona, que se detuvo en Madrid para ofrecer dos conciertos en el teatro Central, una de ellas ante la infanta Isabel, obteniendo resonante éxito (La libertad 9 de noviembre de 1928). También escribe, animado sin duda por la buena acogida de su primera novela, Amor y dolor, que conoció dos ediciones en cinco meses, y publica, en septiembre de 1930, Rosa María.
En enero de 1931, poco antes del fallecimiento de su padre, Benigno Arango regresa a Oviedo y comienza una nueva etapa en su vida marcada, como la de todos los españoles, por los acontecimientos políticos que sacuden al país en esta década de los treinta.