Ecos de Pravia

Un sitio para divulgar curiosidades y noticias del pasado del concejo de Pravia.


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Pravia sidrera

Toneles de sidra de la antigua factoría sidrera de la familia Arias en Corias.

En 1848, Antonio Arias y su segunda esposa, Carmen Fernández, crearon en una cuadra anexa a su casa, en el barrio del Rebolledo del pueblo de Corias, Mantequerías Arias, la empresa llamada a ser la gran industria concejil durante décadas. A finales del siglo XIX Carmen Fernández propuso trasladar, en 1902, el negocio a un nuevo lugar en el mismo pueblo, construyéndose una verdadera fábrica de 3.675 metros cuadrados y cuya estructura todavía es observable hoy desde la carretera que une Pravia y Cornellana. Esta nueva factoría albergaba las oficinas y almacén en la planta alta, las instalaciones de producción de manteca y sidra achampanada en la planta intermedia y la bodega en la planta baja. En las dependencias originales de la casa familiar se mantuvo la elaboración de conservas de salmón y trucha, almacenes, lavadero y una escuela particular para los hijos de la familia.

Extracto de la tesis doctoral (inédita) de Cristian Rangel Valdés, Pravia y su concejo en el primer tercio del siglo XX. Historia de la evolución política, poblacional, económica y social del concejo de Pravia en su tránsito del siglo XIX al XX.

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La llegada del ferrocarril

«Pravia: fotos históricas», José Antonio Martínez González y Luis Francisco Solar García, núm. 12, 2003

Los ferrocarriles de vía estrecha empiezan a considerarse como una alternativa para completar la vertebración ferroviaria nacional muy tempranamente. En 1866, mediante la Real Orden de 1 de septiembre, el Gobierno creó una comisión para estudiar este tipo de trenes, tan solo once años después de la primera ley de ferrocarriles. En esencia, estaban pensados como trazados complementarios de la red principal; las menores dimensiones los hacían más económicos y viables en terrenos de especial dificultad geográfica y de menor rentabilidad económica. La ley de Ferrocarriles Secundarios de 1904, promulgada para la construcción ferroviaria de bajo coste, establecía el ancho de vía de un metro lo que hacía que se adaptara perfectamente a las características físicas asturianas. Debido a la complicada orografía regional y a los intereses de las industrias pesadas y mineras, no hubo en Asturias una verdadera red ferroviaria integrada; la construcción del tendido obedeció más a los intereses comerciales de las compañías foráneas que los financiaban que a una lógica integradora y vertebradora de la provincia, su economía, zonas industriales y núcleos de población. Un ejemplo de esto es la primera línea que cruza Pravia en 1904, la del Ferrocarril Vasco-Asturiano.

 

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La estación de tren

“Pravia: fotos históricas”, José Antonio Martínez González y Luis Francisco Solar García, n. 4, 1995

La llegada del ferrocarril dinamizó la vida praviana, favoreció el auge de la industria, especialmente la maderera en un momento de gran demanda de este material para las minas, y trajo consigo cambios en el entramado urbano de la villa, como señala David García Álvarez (Análisis geográfico del crecimiento espacial de la villa de Pravia, tesis de máster, inédita): «De las 99 casas de 1845 se pasó en 1920 a 236 edificios habitados. Se trata de un crecimiento paralelo a la expansión al norte hacia el nuevo centro de actividad que marcaba el conjunto de la estación del Vasco y la azucarera. En consecuencia, se produjo un crecimiento del caserío en las calles de la Industria, Valdés Bazán, de la Estación o Avenida de Cudillero, ejes viarios que acabaron por conformarse en esta época. En general, adquirieron un marcado perfil industrial, dando así una naturaleza especial a este espacio, lo que explica en buena medida el devenir del mismo, con un proceso de abandono y marginalidad a partir de la segunda mitad del siglo XX que aún perdura hoy en día.»

 

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Inventario de molinos harineros en el concejo de Pravia según el Catastro de Ensenada

Molino de Navelgas, acuarela de Manuel García Linares, en «Molinos de agua y maquila», Madrid, 1988.

«La economía de la casa tradicional asturiana era de claro signo cerealístico, de tal manera que el pan constituía el alimento fundamental de la dieta familiar. Aunque en ciertas zonas y en ciertas casas con familias numerosas y poco pudientes, o en aquellas zonas en las que no se sembraban cereales de invierno, se consumía pan de maíz o boroña, en general el pan se hacía con trigo o escanda. En cualquier caso, tanto el maíz como los demás cereales se molían en molinos hidráulicos, razón por la cual los ríos y arroyos de Asturias están llenos de molinos. Pero la escanda, además, antes de llevarla al molino se desgranaba en el pisón, un ingenio similar al molino, que podía ser de rabil (movido a mano por varios hombres) o hidráulico.  (….) El pisón y el molino son prácticamente idénticos, pero el pisón debe quitar la cáscara del grano de escanda sin romperlo, o sea, separar el grano  o fisga de la glumilla o erga, por lo que las muelas deben estar más separadas que las del molino para que no rompan el grano.
Los molinos hidráulicos son ingenios casi perfectos. Producen una harina de gran calidad, no contaminan y consumen energía renovable. Los ingresos de un molino eran importantes parar su dueño, y en los primeros siglos de su existencia desde la Baja Edad Media solían ser propiedad de los monasterios, después de las casas nobles y, más tarde, de las casas fuertes. En muchas zonas de Asturias, la población trató de luchar contra este monopolio y construyó molinos de vecera. (…) los molinos eran una fuente de ingresos en especie importante para su dueño, como se desprende, por ejemplo, del monopolio que sobre este ingenio tuvieron la nobleza laica y eclesiástica y según se deduce también del Catastro del Marqués de la Ensenada.»

«El agua como fuerza motriz», en El agua en la Asturias tradicional, de Adolfo García Martínez, Gijón, Red de Museos Etnográficos de Asturias, 2007.

 

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Molino de La Veiga de Cañedo

En Cañedo, perdura el último vestigio de la otrora industria más numerosa del concejo, el molino de La Veiga. En otros tiempos, allí donde había un curso de agua vigoroso se instalaba un molino. Rastrear su origen es una tarea muy complicada pues se remontan a la época de la introducción de la agricultura cerealística, actividad que fue la base de la economía de nuestro concejo hasta la segunda mitad del siglo XX. Baste decir que el Diccionario de Madoz, publicado entre 1845 y 1850, señala que la industria más generaliza en el part. es la agrícola y molinos harineros.

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