
Dionisio Fierros, «Salida de misa en una aldea de Santiago», 1862.
Hasta hace muy poco, la diferencia entre lo público y lo privado era casi inexistente. Entre las competencias de las autoridades civiles y eclesiásticas, alcaldes, pedáneos y párrocos, se encontraba la vigilancia y seguimiento de altercados y riñas, relaciones entre marido y mujer, amancebamientos y amistades carnales, y especialmente, el fruto de ellas. La correspondencia generada entre dichas autoridades nos permite conocer algunos aspectos de la vida íntima de nuestros antepasados.