
Molino de Navelgas, acuarela de Manuel García Linares, en «Molinos de agua y maquila», Madrid, 1988.
«La economía de la casa tradicional asturiana era de claro signo cerealístico, de tal manera que el pan constituía el alimento fundamental de la dieta familiar. Aunque en ciertas zonas y en ciertas casas con familias numerosas y poco pudientes, o en aquellas zonas en las que no se sembraban cereales de invierno, se consumía pan de maíz o boroña, en general el pan se hacía con trigo o escanda. En cualquier caso, tanto el maíz como los demás cereales se molían en molinos hidráulicos, razón por la cual los ríos y arroyos de Asturias están llenos de molinos. Pero la escanda, además, antes de llevarla al molino se desgranaba en el pisón, un ingenio similar al molino, que podía ser de rabil (movido a mano por varios hombres) o hidráulico. (….) El pisón y el molino son prácticamente idénticos, pero el pisón debe quitar la cáscara del grano de escanda sin romperlo, o sea, separar el grano o fisga de la glumilla o erga, por lo que las muelas deben estar más separadas que las del molino para que no rompan el grano.
Los molinos hidráulicos son ingenios casi perfectos. Producen una harina de gran calidad, no contaminan y consumen energía renovable. Los ingresos de un molino eran importantes parar su dueño, y en los primeros siglos de su existencia desde la Baja Edad Media solían ser propiedad de los monasterios, después de las casas nobles y, más tarde, de las casas fuertes. En muchas zonas de Asturias, la población trató de luchar contra este monopolio y construyó molinos de vecera. (…) los molinos eran una fuente de ingresos en especie importante para su dueño, como se desprende, por ejemplo, del monopolio que sobre este ingenio tuvieron la nobleza laica y eclesiástica y según se deduce también del Catastro del Marqués de la Ensenada.»
«El agua como fuerza motriz», en El agua en la Asturias tradicional, de Adolfo García Martínez, Gijón, Red de Museos Etnográficos de Asturias, 2007.