Ecos de Pravia

Un sitio para divulgar curiosidades y noticias del pasado del concejo de Pravia.


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La muralla de Pravia

Jacinto Insunza en «Hoja parroquial», 2 de diciembre de 1956.

A principios de siglo quedaba en pie un trozo de muralla almenada, metros arriba o metros abajo, en el lugar que hoy ocupa la Hermandad de Labradores. Tal vez en poder de alguna familia praviana haya fotografías que confirmen lo que digo. quien tenga la suerte de poseer alguna, tiene un tesoro envidiado por mi.
Sabemos también que aparecieron cimientos de la muralla por el año 1900, cuando se excavaba para cimentar la casa del Café el Rubio.
Don Jacinto Insunza, autor de este dibujo, me dice que él vio tales cimientos, muy anchos, y con su correspondiente y profundo foso. Y cuenta que el contratista, amigo suyo, se asustó bastante al topar con una cantidad tan grande de tierra movediza que llenaba el foso, pues no sabía a qué atribuir este hallazgo, y le creaba un problema de construcción que no esperaba encontrar.
Con unos arquillos se salvó lo del foso delantero, pero las enormes piedras que habían servido en otro tiempo de base para la muralla de Pravia no se extrajeron. Allí quedaron casi a flor de tierra en la cabecera de la calle de San Antonio. En este dibujo señala don Jacinto la posición aproximada de la muralla encontrada. Y nada tendría de extraño que algún día se procediese a desenterrarlas.

Manuel López de la Torre, «Algo más para la historia de Pravia», en Hoja parroquial de 2 de diciembre de 1956.

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La puebla de Pravia

Vista general de Pravia, tomada de «Atlántida», portfolio de las fiestas patronales de 1933.

En el curso de la baja Edad Media (siglos XII al XIV), las tierras de la periferia norteña de la Corona de Castilla —Galicia, Asturias, Cantabria y el País Vasco— serán escenario de una intensa y programada política  de promoción urbana, asumida personalmente por los monarcas o directamente estimulada por ellos, que determinará la sustancial modificación de las formas tradicionales del poblamiento de aquellas áreas marginales del reino y de sus elementales estructuras jurídicas, político-administrativas y socio-económicas.

Fruto de esa actividad repobladora fue la constitución de un numeroso elenco de «burgos, villas o pueblas nuevas» cuya calificación urbana se fundamenta en el disfrute de una autonomía municipal y de un derecho local privilegiado, y en la doble función integradora que que desarrollarán en relación con sus entornos rurales: político-administrativa, en cuanto esas poblaciones se constituyen en capitalidad y centro jurisdiccional de un distrito —alfoz, término o concejo— de extensión variable; y económica, al canalizar a través de la institución del mercado en sus diversas manifestaciones la actividad mercantil e industrial de ese distrito. 

(Juan Ignacio Ruiz de la Peña, Las «polas» asturianas en la Edad Media: estudio y diplomatario, Universidad de Oviedo, 1981)

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