En el siglo XVIII, el poder municipal se había visto poco a poco eclipsado por la influencia de la corona y la nobleza local, quedando convertido en mero apéndice de la administración central. Una muestra de esta situación es el texto que hoy os mostramos. En él se recogen las quejas del Ayuntamiento de Pravia en relación a la gestión de la construcción del puente de Peñaullán, que como sabemos no llegó a buen término. Se trata de un borrador, sin firma ni fecha, aunque casi con toda seguridad de 1801, depositado en el Archivo de la Casa Nueva del Campo de Pravia, en el que se pone de manifiesto el desacuerdo del Ayuntamiento en la elección del arquitecto, en detrimento del que habían escogido ellos, y, especialmente, en la gestión económica de los fondos municipales, acusando al Regente del Principado de favoritismo. Reinaba entonces Carlos IV, era Regente Andrés Lasauca y Collantes y el texto dice así:
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Pravia, concejo indiano

Vista de Forcinas, con el conjunto construido por Manuel Garcia de la Noceda. Fondo LOTY, ca. 1930.
Sabía por un amigo que había en América muchos españoles adinerados, de origen humilde; mas como nunca le dijera que ascendía (…) a millones la cifra de infortunados, cada día encontraba más asequible llegar a ser poderoso… Tal vez llegues a ser rico, poderoso; ¡pero esto solo lo alcanza uno por cada diez mil que de su tierra salen!… pero me escuchaba un niño; sí uno de esos niños que solo parecen hombres, porque van solos de un continente a otro.
(Emigrantes!, Constantino Suárez, el “Españolito”, 1915)
Los tesoros de Doña Palla
Son numerosísimas las leyendas y tradiciones orales que hablan de tesoros, ayalgas o chalgas, enterrados y frecuentemente relacionados con los moros o mouros que los escondieron en su precipitada huida de territorio asturiano tras la mítica victoria de Pelayo en Covadonga. El castro de Doña Palla no fue en absoluto ajeno a este fenómeno y tenemos noticia de varios chalgueiros, buscadores de tesoros, en esta zona.
Los chalgueiros se valían de las llamadas gacetas o gacepas, según Juan Menéndez Pidal (Colección de viejos romances que se cantan por los asturianos en la danza prima, esfoyazas y filandones recogidos directamente de boca del pueblo, Madrid, 1885) «Gacetas» o «Gacepas» llama el pueblo en Asturias a estas escrituras fingidas que contienen las noticias de tesoros ocultos. Ignoramos quién pueda ocuparse en hacer tales documentos apreciadísimos por la gente crédula; que dice proceden del Archivo de Simancas, y suelen traerlas consigo los segadores cuando vuelven de su penosa excursión. (…) una de esas «Gacetas» (que, no sin grandes dificultades, hemos podido arrancar a su poseedor), porque en ella se revelan el gusto oriental que tan hondas raíces ha echado entre el vulgo, y una de las leyendas por él más admitidas, cual es la de los moros encantados.
Del nombre de Peñaullán
El lugar de «Penaullán» o Peñaullán, como se decía antiguamente, está situado casi en lo llano, al nivel de la grande vega de su nombre; pero tan metida la mayor parte de él debajo de la ladera del norte del pico Mirabeche, que en los meses más rigurosos del año no ve el sol en todo el día. (…) Ya se infiere de lo dicho, que la cordillera de sierra llamada Mirabeche corre este a oeste por sobre el lugar de «Penaullán», teniendo su entero descenso con este último punto, y remata con el peñón de San Fabián dentro de la madre del río Nalón; que por eso y por el ruido, que en él hacía para rebosarle en otro tiempo, dio motivo a que el lugar inmediato se llamase de Peñaullán; hoy casi todos dicen «Penaullán»; (…) aullar y «ullar» significa un ruido sordo, o voz desapacible; y así oímos cada día, aúlla el mar, y aún también que aúllan perros y lobos. (Noticias históricas del concejo de Pravia, Antonio Juan de Bances y Valdés, edición de Carlos Romero, 2010)
El Aranguín
El río Aranguín, riachuelo chico, según las respuestas al interrogatorio de Tomás López, nace en el concejo de Salas y atraviesa el de Pravia, por el valle de Arango hasta unir sus aguas con el Nalón en Agones. En el diccionario de Madoz, de mediados del siglo XIX, se nos cuenta que nace (…) en las brañas de Vaderrodeyro, parroquia de Santa Eulalia de Mallecina, y de Gallinero, en la de san Juan de Malleza, ambas del ayuntamiento de Salas, a la caída del Campo Cerezal y montañas que dividen este concejo del de Valdés; pasa por la feligresía de San Miguel de Cordovero y Santa María de Folgueras, en donde, al sitio llamado la Calzada, hay un puentecillo de madera; y siguiendo el curso entra en el partido judicial de Pravia por el lugar de Travesedo a Puente-Vega [sic], donde se encuentra un puente de piedra de un arco, concluido en 1843; continúa su marcha bañando al valle de Arango y a las parroquias de San Martín y Allence, del ayuntamiento de Pravia, en las que hay algunos puentes para el servicio de los vecinos; prosigue por el lugar de Cañedo, donde le cruza un puente de madera con tres ojos, sostenido por pilastras de piedra, entra en el término de Agones, y dejando la población a su margen izquierda, pasa por debajo del puente de piedra, de un solo arco, que se halla en el camino real que va desde Pravia, y entrega sus aguas al Nalón, un poco más abajo de esta vecindad. El río Aranguín, en su tortuoso curso fertiliza diferentes prados, a pesar de su escasez de agua, especialmente en verano. Producción: bastantes truchas, aunque muy inferiores a las que se pescan en el río Nalón.
Laguna de la Vega de Peñaullán
En 1805, escribe Antonio Juan de Bances y Valdés, en sus Noticias históricas del concejo de Pravia (ed. de Carlos Romero, 2010) que El cuarto de la Meruca comprende las mayores y mejores vegas de Asturias; las que se forman de revueltas, que hace el río Nalón, quien aún las deshace cuando se le antoja, en grave perjuicio de los propietarios. En mi tiempo sucedieron mudanzas asombrosas; y en todas sus excavaciones se registra que ya en otro tiempo corría el río por todo lo que es planice; soto, «dosal», isla o ensenada de monte a monte como dicen; a no ser que se terraplenase con las avenidas; (…) Estas vegas se llaman de Beifar, de Peñaullán, de Riberas, y de Pravia. Además, hay la ensenada de La Robla, el «dosal» de La Candana y el de El Queso; la isla de Santianes, y una larga tirantez de ancha orilla, desde La Bimera a El Porral. «Dosal» es nombre que se toma aquí por terreno, que separó el río del continente de la vega por algún tiempo, y después se volvió a unir con éste, dejando el nombre de isla, y tomando el de «dosal».
Volando voy

Imagen tomada de «Una fiesta milenaria: el Santísimo Cristo de la Misericordia de Pravia» de José Antonio Martínez González, Pravia, Asociación Cultural Manuel López de la Torre, 2003, t. I, p. 69.
Volar como las aves ha sido, desde antiguo, uno de los anhelos del ser humano. Deseo que se materializó primero con la navegación aerostática, es decir, globos y dirigibles, que empezaron a usarse en España, con fines militares, a finales del siglo XVIII. Cien años después, aparecen en escena los vuelos en aparatos más pesados que el aire, los aeroplanos. Es fácil imaginar la expectación que despertarían en la población estos primeros vuelos y las noticias en torno al tema son frecuentes en la prensa de la época. Por ejemplo, leemos, en la revista mensual Páginas escolares editada en Gijón, a partir de 1904: Los primeros vuelos toman no pocos puntos de semejanza con los del pavo; hoy ya se imita bastante bien a las perdices y hasta se les sobrepuja (…) Difícil es precisar las aplicaciones que el porvenir tiene reservado a las máquinas de volar, aviadoras o aeroplanas.
Puente de Peñaullán
El río Nalón era el gran recurso de Pravia, pero también un gran obstáculo para su desarrollo, pues el tránsito de personas y mercancías se veía condicionado por esta barrera natural. El primer proyecto para construir un puente que salvara el río entre Pravia y Peñaullán se remonta a 1792, aunque ya se había solicitado el dinero para ello al Consejo Real en 1764.