«A raíz del fallecimiento de la Sra. Condesa de la Vega del Pozo y bajo el título que encabeza esta información, nos ocupamos con detenimiento de la cuantiosa fortuna que al morir dejaba tan ilustre dama, mencionando al propio tiempo los nombres de algunos de sus parientes a quienes suponíamos herederos de ese capital, por encontrarse en el sexto grado de parentesco. (…)

Todo marchaba como una seda y seguramente se bañarían en agua de rosas los doce individuos a quienes el Juez de la Inclusa había reconocido derecho a reclamar la herencia de la Condesa de la Vega del Pozo, cuando cátate que sin que nadie tuviera noticias de su existencia, surgen los herederos con mejor derecho que los otros doce, toda vez que se trata de unos parientes en quinto grado de la difunta Condesa.

Según hemos podido averiguar, son los nuevos comparecientes dos respetables señoras que residen en Pravia (Asturias), una casada, con dos hijos,  y la otra soltera. (…) la casa de dichas señoras, contigua a la iglesia del pueblo, tiene comunicación por un pasadizo con una tribuna que existe en el citado templo y desde la cual pueden asistir sus propietarias a todos los actos religiosos. (…) son dos excelentes y cristianas señoras, de edad bastante avanzada y la noticia de su inesperada herencia se habrá recibido con júbilo en Pravia, pues son harto conocidos los caritativos sentimientos de dichas damas.»