Carlos y Peclius también me abrieron los ojos al mostrarme la fauna y la flora expuestas en las escaleras de la colegiata; secciones de corales y arrecifes coralinos, esponjas, briozoos, gusanos, córvidos del trópico de Capricornio, moluscos, artrópodos, equinodermos, braquiópodos y colas de raposos blancos, atrapados en le paleozoico, arrastrados hasta las canteras de la marquesa y convertidos después de millones de años, en escalones, huellas de huellas y de contrahuellas, vestigios de nuestra plataforma, ahora continental pero insular e incluso submarina en otro tiempo: gajo de la Antártica que partiría hacia el norte, por el Atlántico, doblaría el cabo de Ortegal y se dirigiría, a profundidad de periscopio, hasta el Playón de Bayas y subiría hasta El Valle, su actual asentamiento, todavía emergente y con la mar en retroceso. (Pepe Monteserín, Azúcar)
No se equivoca nada Pepe Monteserín en Azúcar cuando habla del pasado submarino y los curiosos inquilinos de los materiales que sirvieron para construir la Colegiata. Gracias a la colaboración desinteresada del doctor en Geología Hodei Uzkeda Apeztegía, de la Universidad de Oviedo, podemos hacernos una idea de las peripecias vitales del fósil que os mostramos en la imagen.
«Se aprecia en ella un fósil de coral, ejemplar cortado en sección, que muestra las diferentes cámaras que ocuparían los organismos que constituían la colonia. Esto quiere decir que no es el fósil de un único animal, sino que estamos ante una agrupación de individuos. A semejanza de los corales actuales, habría vivido sujeto al fondo marino, en una región de aguas relativamente cálidas, bien oxigenadas e iluminadas y poco profundas.»
«Suponiendo que la roca proceda de una explotación cercana a Pravia» (lo más lógico por la dificultad y coste del transporte de los grandes bloques de piedra), «lo más probable es que provenga de la Formación Calizas de Moniello. A esta unidad estratigráfica se le atribuye una edad Devónico Inferior-medio, lo que se traduciría en unos cuatrocientos millones de años. En aquellos tiempos la región donde ahora estamos ocuparía una posición ligeramente al sur del Trópico de Capricornio. A pesar de esta situación relativamente alejada del Ecuador (zona de mayores temperaturas) el desarrollo de corales dadas las condiciones climáticas imperantes, mucho más cálidas que las actuales. Los estudios realizados para este periodo apuntan a que no existían casquetes polares.»